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El fuego en el Amazonas debe detenerse

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¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO?

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Uptick in Amazon Fire Activity in 2019, NASA Earth Observatory, 15-22 de agosto de 2019

Los recientes incendios en el Amazonas han captado la atención del mundo entero, especialmente luego que algunas ciudades del sudeste del Brasil quedaron cubiertas por nubes de humo, como San Pablo, donde el 19 de agosto por la tarde “el día se convirtió en noche”.

El Programa sobre Quemas del instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) registró en lo que va del 2019 un 82% más de focos de incendios que en 2018. La cantidad de focos es incluso la mayor registrada en los últimos siete años, y eso que la temporada de quemas recién está empezando.

Dado que el Amazonas es una selva tropical húmeda, no es fácil que un incendio natural se expanda en en la región. Los incendios suelen darse con mayor frecuencia en las zonas que han sido previamente taladas. Allí, los remanentes de troncos y madera se dejan secar para luego realizar quemas que terminan de “limpiar” el área para cultivos o ganado.

De acuerdo a un estudio realizado por el Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas (IPAM, por sus siglas en portugués), las diez municipalidades que registraron más focos de incendio en 2019 son, coincidentemente, aquellas con mayores índices de deforestación.

Las quemas siguen siendo prácticas habituales en Brasil y en el resto de Sudamérica. En muchos estado de Brasil están permitidas por ley, pero para realizarlas el productor debe primero avisar a la autoridad ambiental competente y recibir asistencia. La ocurrencia de incendios accidentales por quemas en áreas de bosques disminuirían notablemente si los productores recibieran capacitación sobre dónde y cuándo no hay que efectuar quemas, cómo controlarlas y cómo prevenir incendios.

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Uptick in Amazon Fire Activity in 2019, NASA Earth Observatory, 19 de agosto de 2019

No obstante, lo que está sucediendo actualmente es el producto de un uso indiscriminado y negligente del fuego, intencional, criminal y difuso, que hace difícil combatir los incendios. Durante este año, más del 90% de la deforestación ocurrida en la Amazonía brasileña, ha sido resultado de actividades ilegales, como la ocupación de tierras públicas, minas clandestinas, y actividades madereras en áreas protegidas, y territorios indígenas.

Que el fuego convierta la materia orgánica en inorgánica, tampoco cuenta para aportar nutrientes al suelo. Con las lluvias, el agua arrastrará todo el material a los ríos, impactando negativamente en la salud humana, la fertilidad del suelo y la biodiversidad.

La principal causa de esta situación han sido los recortes presupuestarios que el gobierno de Jair Bolsonaro ha realizado en materia ambiental.  Esto se ha traducido en una menor fiscalización de crímenes ambientales y una menor eficacia en la conservación de bosques.

Por otro lado, existen en el Congreso distintas propuestas de enmienda del actual Código Forestal que apuntarían a debilitarlo. Esta situación genera una inseguridad legal constante, que no sólo obstaculiza la aplicación de la Ley, sino que también afecta el normal desarrollo de los negocios rurales e impide atraer inversiones al sector. Además, esta situación mina la imagen del agronegocio brasileño, tanto en Brasil como en el resto del mundo.

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Fires in Brazil, Nasa Earth Observatory, 16 de agosto de 2019 

El debilitamiento del Código Forestal, si llega a suceder, y el retraso en el otorgamiento de incentivos económicos a los productores que protegen los bosques en sus propiedades, contribuirá sin duda a incrementar la deforestación en el Amazonas.

Todo esto parecería señalar que el camino elegido por Brasil para el desarrollo del Amazonas es el de la deforestación.

Sin embargo, un estudio publicado en Nature Climate Change en 2018, señala que Brasil podría convertirse en la cuarta economía global más afectada con el aumento en las emisiones de C02 y los efectos del cambio climático.  El cambio climático afectaría principalmente a la agricultura brasileña, según un reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Esto ocasionaría un círculo vicioso, con la agricultura contribuyendo a la aceleración del cambio climático y, a su vez, el cambio climático reduciendo la producción y productividad agrícolas a raíz de los cambios en las temperaturas y los regímenes de lluvias.

NUESTRA POSICIÓN

Solidaridad es miembro activo de la Coalición de Clima, Bosques y Agricultura de Brasil. Fundada en 2016, la Coalición es un movimiento multisectorial que busca proponer acciones e influir en políticas públicas que conduzcan a una economía de bajo carbono: una que genere empleos de calidad, que estimule la innovación y la competitividad, y que genere y distribuya riqueza en toda la sociedad. Más de 200 empresas, asociaciones empresariales, centros de investigación y organizaciones de la sociedad civil ya se han unido a la iniciativa.

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Fire Burns in Paraguay, Bolivia, and Brazil, Nasa Earth Observatory, 25 de Agosto de 2019.

La Coalición ha expresado su preocupación por la escalada de la deforestación, las actividades ilegales en la selva amazónica y la violencia arraigada en las zonas rurales. Como miembros de la Coalición instamos al gobierno a usar todos los instrumentos necesarios para cesar de inmediato estas prácticas y restablecer el orden en el país.

Brasil no puede desandar los avances realizados hasta la fecha. Es necesario recuperar el control sobre la deforestación. El período entre 2004 y 2012 estuvo marcado por una caída significativa en la deforestación, aparejada a incrementos en la productividad  agrícola. Esto no hace sino demostrar que la producción agrícola puede incrementarse sin deforestación.

La Coalición se opone a las iniciativas que proponen modificaciones al Código Forestal, entendiendo que la mejor manera de alcanzar un desarrollo sostenible de los agronegocios brasileños es hacer cumplir la legislación aprobada en 2012 sin más demoras o cambios. Esto incluye agilizar la validación del Registro Ambiental Rural (CAR), avanzar en la regulación e implementación de los Programas de Regularización Ambiental (PRA), implementar las Cuotas de Reserva Ambiental (CRA) y regular el Artículo 41, que trata sobre los incentivos económicos para la protección de vegetación nativa .

La Coalición aboga también por la estructuración de sistemas de pago por resultados y mercados de carbono destinados a garantizar la integridad ambiental del sistema climático global, así como a promover esfuerzos adicionales de reducción de emisiones en distintos países y jurisdicciones. Los mercados de carbono y los sistemas de pago por resultados deben verse como medios estratégicos para los esfuerzos de mitigación, lo cual es crucial para el objetivo más amplio del Acuerdo de París.

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Cicatriz de queimada no Pantanal, Corumbá-MS, INPE, 21 de agosto de 2019

La Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés) de Brasil apunta a reducir sus emisiones en un 37% para 2025 y un 43% para 2030, teniendo como parámetro los niveles de 2005. La mayor parte de esta reducción seguramente tendrá que provenir de la silvicultura, el uso del suelo y la agricultura, que hoy representan el 70% de las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero (GEI). Además, el objetivo sectorial de eliminar la deforestación ilegal en la Amazonía, que hoy representa más del 90% de la deforestación total en el bioma, representaría el mayor aporte al cumplimiento del NDC brasileño.

Sin embargo, con las tasas de deforestación actuales, el logro de los objetivos nacionales de reducción de GEI está en gran riesgo. Otros factores importantes y sinérgicos, como fortalecer el cumplimiento del Código Forestal a nivel federal, estatal y municipal, y la restauración y reforestación de 12 millones de hectáreas de bosques para 2030 para usos múltiples, también están en juego.

Como miembros de la Coalición, enfatizamos que la conservación de las áreas naturales dentro de las propiedades rurales es fundamental para la protección de los ecosistemas brasileños, y para la sostenibilidad de los agronegocios en sí. La productividad agrícola depende en gran medida de los servicios ecosistémicos proporcionados por la vegetación nativa, como el control de la erosión, el suministro de agua, el mantenimiento de polinizadores y controladores de plagas naturales, los regímenes de lluvia, entre otros. Por lo tanto, aumentar la deforestación o comprometer la recuperación de algunas de estas áreas plantea un gran riesgo para el sector.

El compromiso de Solidaridad con el desarrollo sostenible en la Amazonía, equilibrando las necesidades de los distintos actores y sectores allí presentes, es parte de un esfuerzo global que se ha dedicado durante años al desarrollo de alternativas agrícolas libres de deforestación.

PASOS A SEGUIR

Brasil tiene una oportunidad única de alzarse como economía de baja carbono y como potencia agroambiental. Posee la selva tropical más grande del mundo, las tasas de biodiversidad más altas y el 12% del agua dulce del mundo. También ha evitado la emisión  de más de siete mil millones de toneladas de dióxido de carbono gracias al enorme esfuerzo nacional para frenar su deforestación en la última década, que ahora se puede monetizar.

Para aprovechar este potencial, las políticas gubernamentales deben centrarse en abordar la crisis climática, controlar la deforestación y promover una agricultura sostenible. Esto no solo permitiría cumplir el Acuerdo de París, sino que también contribuiría a la seguridad alimentaria y climática del planeta. Además, deben buscarse nuevos arreglos y mecanismos para que el sector forestal atraiga una «nueva ola» de inversiones para mitigar las emisiones en el país.

En suma, nuestras propuestas son:

  • Implementar el Código Forestal de manera rápida e integral;
  • Reforzar la aplicación de la ley contra la deforestación ilegal, la tala ilegal y la minería clandestina en la Amazonía;
  • Mantener y fortalecer las Unidades de Conservación y Tierras Indígenas;
  • Desarrollar incentivos para los productores que preservan los bosques en sus propiedades;
  • Escalar modelos de producción que integran la conservación forestal;
  • Crear mecanismos financieros para estimular la agricultura de bajo carbono;
  • Promover avances tecnológicos para intensificar la agricultura y la ganadería;
  • Desarrollar una economía de productos forestales no maderables de la Amazonía.

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Capacitación a productores en prácticas de manejo del cacaoen Tueré, Solidaridad agosto 2019

Hacer un buen uso de la tierra requiere de una planificación estratégica, teniendo en cuenta las características de la propiedad y las perspectivas económicas para el desarrollo de infraestructura, agricultura, ganadería y actividades forestales. Comprender y aplicar esto es esencial para cambiar la situación actual. Hoy no hay más espacio para expandir la producción destruyendo bosques nativos. Varios estudios ya han señalado que  combinar intensificación y restauración de áreas degradadas sería suficiente para absorber las necesidades de producción actuales y futuras, sin la necesidad de convertir los bosques en áreas agrícolas.

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Las estrategias a largo plazo para reducir los incendios forestales deberían centrarse en mejorar los sistemas de producción de las propiedades de la región. Los agricultores dedicados a cultivos sensibles al fuego y que manejan sistemas agroforestales con café, cacao, madera, caucho, o frutas, entre otros rubros, tienden a invertir más en la prevención de incendios, y tienden a emplear menos quemas, como menciona el artículo de Earth Innovation Institute, también miembro de la Coalición. Estos sistemas, además, tienen el potencial de generar mayores ingresos. La adopción a gran escala de estos sistemas requeriría una fuerte inversión en asistencia técnica, servicios de extensión rural, desarrollo de mercado y comercialización. Pero estas inversiones son esenciales para permitir que Brasil continúe su exitosa trayectoria de reducción de la deforestación a la par que aumenta su producción agrícola y ganadera.

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Participantes del Programa Territorios Inclusivos y Sostenibles en el Amazonas.

Este enfoque ya ha sido puesto en la práctica. En el caso de Solidaridad, lo ha aplicado en el Programa de Territorios Inclusivos y Sostenibles de la Amazonía, que lleva adelante desde hace cuatro años en Novo Repartimento, Pará. En este programa, los agricultores reciben apoyo para la implementación de sistemas de producción sostenible que incluyen cacao, ganado y bosques. En él, las áreas de pasturas degradadas en las granjas se recuperan productivamente a través de sistemas agroforestales de cacao.

Desde el punto de vista del consumidor, cada vez más preocupado por el impacto de sus hábitos de alimentación, es posible mantener una dieta equilibrada con aporte de proteína animal proveniente de una producción ganadera sostenible. La cría sostenible de ganado promueve la generación de empleo e ingresos para miles de pequeños agricultores y ganaderos, y por lo tanto contribuyen al desarrollo económico y social de la región.

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Un sistema de precios al carbono basado en el mercado podría ser un motor importante para que Brasil, y otros países de la región, valoricen sus bosques y generen activos económicos que contribuyan al desarrollo sostenible del país.

Los contratos de pago por desempeño entre el gobierno de Brasil y países como Noruega y Alemania -ambos recientemente suspendidos debido a cambios en la estructura del Fondo Amazonas-, o más recientemente el Fondo Verde para el Clima, son ejemplos de apreciación del mercado de créditos de carbono.

Alemania y el Reino Unido han celebrado recientemente un acuerdo de pago por desempeño similar con los estados de Mato Grosso y Acre. Estos acuerdos dependen del progreso del Brasil en la reducción de la deforestación, que se ve amenazada si continúan los recortes presupuestarios y el debilitamiento de las agencias que implementan y hacen cumplir la legislación ambiental.

Sin apoyo para las actividades de reducción de las emisiones del sector forestal, el cumplimiento del NDC será más difícil, más costoso y llevará más tiempo. Además, sin acceso a inversiones para reducir las emisiones a gran escala, Brasil será incapaz de promover actividades vinculadas a una economía forestal que incluya una gestión forestal sostenible, una agricultura baja en carbono, reforestación, restauración forestal y restauración de áreas degradadas, entre otros.

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Paulo Lima

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